El Viaje del Niño Volador

Érase una vez, en un tranquilo pueblo, vivía un niño llamado Tomás. A Tomás le encantaban los pasteles y no podía resistirse a ellos. Un día, en una fiesta especial, Tomás comió mil pasteles, uno tras otro, hasta que su vientre se volvió redondo y abultado. Se volvió tan gordo que ya no cabía en su casa y tuvo que irse a vivir al parque.

En el parque, Tomás enfrentó numerosos desafíos debido a su gran tamaño. Se quedaba atascado entre los árboles, derribaba bancos con un solo movimiento y asustaba a los demás niños que jugaban en el lugar. La gente murmuraba y lo señalaba, generando controversia y tristeza en el corazón del niño.

Sin embargo, a pesar de las dificultades, Tomás no se dejó vencer. Con valentía y coraje, decidió enfrentar sus problemas. Comenzó a ejercitarse y practicar disciplina en su alimentación. Poco a poco, su cuerpo comenzó a cambiar y su fuerza aumentó.

Un día, mientras practicaba en el parque, algo extraordinario sucedió. Tomás comenzó a elevarse lentamente en el aire, como un globo que escapa hacia el cielo. Con entusiasmo y orgullo, se dio cuenta de que su esfuerzo y determinación lo habían transformado en un niño volador.

A medida que ascendía, Tomás contemplaba las estrellas y los planetas. Se aventuró hacia el espacio, maravillado por la inmensidad del universo. En su viaje, descubrió que su cuerpo gordo se había convertido en un poderoso motor que lo impulsaba a través del espacio.

Durante su travesía, Tomás superó obstáculos y desafíos emocionantes. Enfrentó tormentas espaciales y asteroides, pero con valentía y perseverancia, logró sortearlos. Cada prueba superada le daba más confianza en sí mismo y su capacidad para enfrentar cualquier adversidad.

Finalmente, Tomás regresó a la Tierra, lleno de orgullo y gratitud por su increíble viaje. Aprendió que la apariencia física no determina el valor de una persona y que, con valentía y determinación, se pueden superar los obstáculos más grandes.

Desde ese día, Tomás se convirtió en un ejemplo para todos los niños del pueblo. Les enseñó que, con esfuerzo y disciplina, los sueños más audaces pueden hacerse realidad, sin importar las adversidades que enfrenten en el camino.

Así concluye la historia del niño volador, quien, a través de su valentía y entusiasmo, descubrió el poder de superarse a sí mismo y alcanzar las alturas más altas, tanto física como emocionalmente.